Todo le pertenece a Dios. Él es el dueño de toda riqueza terrenal. Dios es el dueño porque él creó todas las cosas (Gn. 1). Y puesto que Dios creó todo las cosas, eso quiere decir que él también tiene derecho sobre todo lo que ha creado.[2] David escribe en el Salmo 24:1-
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